sábado, 23 de abril de 2011

COMO UN ÁNGEL

Mi abuela era un ángel y cuando digo ángel, quiero decir exactamente eso. Si, era una gran persona. Si, era muy buena. Y si, todo el mundo la quería por la dulzura, la sencillez y el amor que nos brindaba. Pero más allá de todo esto, ella había decidido vivir en la tierra cuando se enamoró de mi abuelo.
No puedo decir que siempre lo supe y creo que, en la familia, nadie lo sabía. Salvo mi mamá. Tampoco estaba del todo segura, aunque lo intuía.
Una tarde, hace un par de años atrás, descubrí aquel secreto que mi abuela tenía. Fue la misma tarde en la que falleció. Antes de despedirse, cuando todavía estaba viva, vi como su cuerpo se rodeaba de un haz de luz completamente blanca, casi fosforescente. En ese mismo momento, su voz, la cual sólo se escuchaba en mi cabeza (no podía mover los labios porque estaba sedada), me contó su historia. Su decisión de volverse inmortal el día que conoció a un hombre más hermoso que el paraíso, o por lo menos así lo veía ella. Sabía que no era la primera en hacerlo, pero no conocía a otros que lo hubieran hecho. Si bien era común que vinieran de visita, como una forma de observarnos y tratar de entendernos, nadie dejaba la eternidad así como así. Todos los que se habían quedado, lo habían hecho por algún motivo importante. Pero de todos ellos, mi abuela era la única que había formado una familia.
Antes de partir y volver a su viejo hogar, ya no como ángel sino como humana, me dijo algo que me quedó grabado en la memoria: de todos mis hijos y nietos, vos sos el único que heredaste parte de mi historia. Algún día lo vas a comprender.

Hace tan sólo una semana, algunas cosas comenzaron a cambiar. Sin motivo aparente, las típicas situaciones del día a día, en la calle, en el trabajo o con mi familia, empezaron a provocar sentimientos mucho más fuertes (y hasta poco comunes) en mi persona. A veces de un dolor insospechado, seguidas de una especie de sufrimiento; y otras de una alegría o amor que me impulsaban a tomar decisiones que, un tiempo atrás, nunca las hubiera pensado como propias.
Hoy las palabras de mi abuela tienen un sentido, siento que soy mitad ángel y mitad humano.

2 comentarios:

  1. Me hubiese gustado que tu abuela conozca a la mía. La mía era así: http://apuntoycomo.blogspot.com/search/label/abuela

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  2. Nuestras abuelas vivieron otros tiempos. Tiempos difíciles, pero donde se podía observar más. Y eso las hizo más simples, con esa facilidad que les permitía moverse entre nosotros sabiendo qué necesitábamos y qué darnos en cada momento.
    Gracias Cyn por compartir tus momentos con ella.

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