Y llegó el día nomás. Con muchos nervios, de esos que me agarraban antes de los exámenes, llegué a la Feria del Libro Infantil y Juvenil media hora antes de empezar… Antes de empezar mi taller y la Feria, porque tenía el primer horario (14 a 15 horas).
Ya aprendí, para la próxima, no volver a pedir ese turno. Los chicos entran, dan vueltas, se adaptan al lugar y después empiezan a fijarse en las actividades que hay.
Recién a las 14:30 llegaron los primeros participantes y el lugar tomó otro color. Digamos que ya me veía jugando al solitario durante una hora, pero mi mujer sacó a relucir sus conocimientos en marketing y convocó a varios chicos que pasaban por allí.
Con más niñas que niños (se ve que en esta etapa las mujeres escriben más), arrancamos la actividad. Las diferentes tarjetas con dibujos de profesiones, animales, transportes, juguetes y acciones, sirvieron para que los pequeños escritores fueran armando un personaje y, a través de lo que hacía o con quien se relacionaba, comenzaron a escribir. La idea era que, cada vez que se trabaran, las tarjetas les sirvieran para abrirse caminos.
Aquellos que terminaron antes de finalizar el taller, pudieron mostrarme los cuentos, pero igualmente todos se llevaron el mail para enviarme los trabajos (los cuales ya empecé a corregir).
Lo que más contento me puso fue la producción que lograron. Todos escribieron algo, usando la consigna, y salieron cosas muy interesantes.
Feliz, entusiasmado, y con las piernas flojitas por haberme relajado, di un paseo por la Feria (aquella en la que todo se inició, un año atrás, y me vio volver con un libro editado y un taller para dar).
Gracias a los chicos que participaron y espero que sigan escribiendo tan hermosos cuentos.
Lástima que NO pudimos ir.
ResponderEliminarDamo
No hay problema. Siempre están.
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